lunes, 9 de febrero de 2015

Suelta la carga


De camino al trabajo por mi ruta acostumbrada, con una cantidad de personas con diferentes tipos de preocupaciones, unos van tarde al trabajo, a la escuela, a una entrevista de trabajo, a una cita médica o una simple pero importante visita social. En medio de toda distracción y con el único interés de llegar a mi destino, llamó poderosamente mi atención el ver a una joven madre con su hija de unos tal vez 10 años y con una aparente discapacidad y aclaro no fue la discapacidad de la niña que llamó mi atención sino el hecho de que la madre la cargaba en su costado, ella no tenía una silla de ruedas o un andador la llevaba en brazos, sí a una niña de unos 10 años y no vi en el rostro de esta mujer ningún rastro de aflicción por el hecho de tener que mover a su hija y llevarla a todos lados en brazos.


Esto definitivamente fue una lección de vida para mí, porque, cuantos tal vez han tirado la toalla por situaciones menos complejas, cuantos abandonan a sus hijos por menos, cuantos los dejan encerrados en casa aislados del mundo, eh? Cuantos? Esta era su carga, pero pareciera que ni siquiera le pesara (Les confieso que cuando mi hijo tenía cerca de un año me parecía muy pesado para llevarlo en brazos) aquello que vi era digno de admirar.

Y en medio de todo esto, como no recordar a Jesús, en la cruz llevando El la carga por nuestros pecados, llevando nuestras aflicciones y enfermedades, sin queja, sin desánimos, sin rendirse. Y nosotros sin merecerlo. Es por fe y por la divina gracia de Dios que podemos ser libres, no tenemos porque seguir cargando el peso de aquello que nos atribula, tal vez aquella madre no puede pasar a otros su situación porque es para ella un deber y una responsabilidad, pero nosotros no tenemos porque seguir llevando aquello que nos causa mal, que nos hace daño, que nos hiere y nos duele. El precio ya se pagó, es como recibir un cheque en blanco, un regalo invaluable solo debes aceptar para que tu nombre sea colocado en en lugar especial y que cambiará el rumbo de tu vida aquí y en la eternidad.


Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.


Dios te bendiga!

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